lunes, 21 de octubre de 2019

Memorias de un becario de la Consejería de Berlín


          Durante los meses de julio y agosto de 2019, tuve la suerte de poder disfrutar de una experiencia tremendamente enriquecedora en la Consejería de Educación de la Embajada de España en Berlín. Estas prácticas han contribuido de forma transversal tanto a mi formación académica como personal, sirviéndome no solo como primer contacto con un mundo laboral que considero apasionante, sino también impulsando mi proceso de madurez y crecimiento individual.

                Durante mi estancia, mis compañeras y compañeros me hicieron sentir bienvenido y valorado, pues contaban conmigo para sus proyectos, confiándome tareas de relevancia para los objetivos de la consejería. Disfruté de la oportunidad de participar en labores de traducción, investigación, análisis y representación de datos e incluso en la confección de un estudio de mercado a partir de estadísticas facilitadas por el Ministerio de Educación. Valoro mi relación con la consejería como una de reciprocidad total, pues a cambio de mis pequeñas contribuciones, preparando presentaciones o analizando estudios, mis compañeros y compañeras me ofrecían un apoyo que se convertiría en la base de mi constante formación. Este aprendizaje fue desde el primer día de naturaleza dual: por un lado, me metí de lleno en un ambiente de trabajo en el que podía ver el modus operandi de una consejería en el ámbito de la educación, y por el otro, aprendí muchísimo de la calidad humana y el buen ambiente que se respiraba en los pasillos de tan emblemático edificio. 

                En mi puesto durante los dos meses más calurosos del verano, alternaba mis tareas en la embajada con la apasionante vida berlinesa. La ciudad, aunque intimidante y distante al principio, revela su cara más jovial y sonriente una vez uno se adapta a ella. Con una enorme carga cultural- e histórica, Berlín es una localidad maravillosa para vivir, pues es un lugar de encuentro, de intercambio y que representa perfectamente el espíritu juvenil y abierto de Europa.

                Por el calor humano mostrado, el interés y la atención que me regalaron y el carácter cautivador de Berlín, solo me queda una pregunta que hacerles a mis amigas y amigos de la Consejería de Educación de la Embajada: ¿cuándo vuelvo?

  Javier de Póo Kariger




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