La misión de estas Agrupaciones es la enseñanza del español y de la cultura española para alumnos y alumnas de nacionalidad española o hijos de espanoles. En la actualidad, este programa se desarrolla en 12 países y atiende a casi 16.300 alumnos.
Para ilustrar lo que supone este aprendizaje recuperamos un bello testimonio de una ex alumna, Sara Otero, quien, tras finalizar su etapa como alumna ALCE, se despidió con las siguientes palabras pronunciadas en un evento en Stuttgart:
Aquellos maravillosos
años
Todo empezaba el día
anterior, el jueves. No hacía falta mirar al calendario, ya te recordaban en
casa que al día siguiente tenías clase de español. Y cada jueves el mismo
repertorio: que si habías metido los libros y cuadernos en la mochila, que si
tenías deberes... y tú lo único que esperabas con ilusión era recibir un correo
o una llamada de la profe anulando las clases. Pero bueno... se quedaba siempre
en eso: una ilusión.
Porque creedme, no
hay peor sensación que acabar el viernes el cole alemán y que todos los
compañeros estén planeando a qué hora quedar a la tarde, ya que es fin de
semana, y tú pensabas: ¿cómo qué fin de semana? Yo todavía tengo español; para
mí el finde no empezaba el viernes. Lo peor era cuando te preguntaban tus
amigos, que por qué no tenías tiempo... ¿Por qué? ¡Pues porque había que ir a
la escuela española! Ahí era dónde teníamos la sensación de estar malgastando 3
horas semanales de nuestras vidas.
Digo eso, porque hoy
sé que fueron horas muy bien aprovechadas, aunque de aquellas no fuera
consciente de ello, como tampoco lo serán la mayoría de los alumnos ahora
¿verdad?
Yo os entiendo:
Vosotros os preguntaréis: “¿por qué tengo que ir a clase de español?”
¿Por qué no puedo
disfrutar una tarde libre un viernes como todos los demás? Y los viernes te
preguntabas: ¿por qué existirán los malditos acentos? ¿Para qué se quieren
tildes, si ya sabemos cómo pronunciar las palabras? Además, algunas son agudas,
otras llanas, otras esdrújulas... y ya no nos vengáis con excepciones, con
hiatos o diptongos, ¡eso no hay quién lo entienda! O con el ser y estar... o
cuando se escribe “j” y cuando “g”, o cuando una “c” o una “z”... o la “ll” o
la “y”... Ya no hablemos de las conjugaciones de verbos que hay ¿es que os
habéis dado cuenta?: ande, he andado, andaba, anduve, andaré, andaría,
anduviera o anduviese, había andado, hubiera o hubiese andado.... Podría afirmar
que durante esas horas de gramática muchos de los alumnos ahí sentados se
preguntaban: ¿Por qué tendrá que ser el español mi lengua materna? ¡Y con
razón!
Pero hoy, después de
un año sin clases de español soy consciente del valor de todas esas cosas que
no nos gustaban en clases.
A los alumnos del
ALCE: Todos sabemos que no es fácil acudir a clases de español después de haber
estado todo el día en el colegio alemán y teniendo mil cosas que hacer. Pero
tenemos que ser conscientes de lo afortunados que somos por tener el español
como lengua materna y sobre todo por tener la posibilidad de aprenderla en un
país que no es España. ¿Y queréis saber por qué? Porque el español es la
segunda lengua más hablada en el mundo, es la lengua oficial en más de 20
países y la lengua materna de más de 400 millones de personas, lo cual equivale
a un 6% de la población mundial; sin olvidar que este número sigue creciendo,
porque es una lengua cada vez más global e influyente. El español tiene un
futuro brillante y todos nosotros formamos parte de él.
Además, el español te
ayudará en el aprendizaje de otros idiomas y sobre todo te mejora tus
posibilidades laborales. Estas razones son más que suficientes para valorar la
suerte que tenemos de ser españoles y, sobre todo, de tener una Agrupación y
unos profesores que en muchas ocasiones dejan su país, que es España, para
venir al extranjero y enseñarnos a nosotros la lengua, la cultura y la historia
de nuestro origen, entre otras muchas cosas. Por eso, una gran parte de nuestro
aprendizaje se lo debemos a las ALCE.
Los profes no sólo
nos enseñan las reglas de gramática, sino la historia de España, la historia
que vivieron muchos de nuestros abuelos, la razón por la que muchos de nosotros
hoy estamos aquí... Nos enseñan a discutir, a argumentar, a ver cada situación
desde un punto de vista crítico... Nos transmiten la cultura española, sin que
tengamos que leer el libro de Don Quijote. Nos explican lo que son las Fallas,
los San Fermines o la Feria de Abril. Nos enseñan típicos platos gastronómicos
de cada región...
Con esas horas
semanales de clases, los profes hacen posible, que nos sintamos más cerca de
España aún estando a miles de kilómetros... y nos enseñan lo que cada uno de
nosotros sentados en esa clase siempre tuvimos en común: una vida española,
fuera de España.
Por eso hoy le
queremos dar las gracias a todo el profesorado ALCE: Por cumplir su labor con
esfuerzo, con dedicación, paciencia y una enseñanza que nos beneficiará en el
futuro.
El año pasado se
acababa para mí, como para otros muchos más, una larga etapa escolar.
Estaba contenta y
satisfecha por haber acabado, por haber hecho el último examen, ¿quién no lo
está después de 10 años de clases?
Hasta los jueves se
hacían raros sin el repertorio de los padres... y tener los viernes libres era
algo totalmente nuevo para mí... Por fin, mi fin de semana empezaba ya el
viernes.
Pero a la vez,
también estaba triste, porque sabía que no iba a volver a clases de español, no
volvería a pisar las clases, en las que tantos momentos habíamos compartido
juntos, ni volvería a ver la pizarra en la que tantas veces la profe nos
explicaba las llanas, las agudas o las esdrújulas.
Hoy, gracias a las
reglas de acentos en la pizarra, gracias a las lecturas que hemos leído, a las
clases de cultura e historia, yo y muchos más recibimos nuestro certificado, del
que nos podemos sentir orgullosos cada uno de nosotros, recordando que sin la
labor de nuestros profesores, esto no hubiese sido posible. Hoy creo que todos
podemos decir que habéis logrado una gran labor.
Y a todos los
alumnos: No os olvidéis que el español es mucho más que unas tildes, que un
subjuntivo o unas conjugaciones de verbos.
Y aunque tengáis la
sensación de estar perdiendo muchas tardes, pronto os daréis cuenta que con
estas tardes solo estáis ganando más enseñanza... hasta me atrevería a decir
que llegaréis a echar de menos las clases de aquellos maravillosos años.
Para terminar, solo
me queda decir que nunca dejéis de vivir vuestra vida española fuera de España
y que recordéis que saber otro idioma es tener una ventana más desde la que
observar el mundo.
Stuttgart, 2018
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